El ADN, puerta al infinito

Algunos de vosotros habéis dicho que no queréis regresar de nuevo, por lo difícil que ha sido esta vez; algunos tenéis la intrínseca e innata sensación de que esta es vuestra última vez. Os diré lo que sucede: lo primero que quieren hacer los maestros y las almas viejas cuando llegan al otro lado del velo es regresar… ¡y esos sois vosotros! La mayoría lo haréis, y cuando lo hagáis “retomaréis el hilo” donde lo dejasteis, no volveréis a empezar: está en el ADN. Es hermoso… La sabiduría de los tiempos se halla impresa en el ADN. Es algo cuántico y, por consiguiente, enorme. El cristal que tenéis en la Cueva de la Creación lo guarda para vosotros y activa vuestro ADN cuando regresáis en un cuerpo humano diferente.
¿No es interesante que ahora que la humanidad ha visto el genoma humano vea lo único que es? ¿No es interesante? El ADN es totalmente único; no hay un solo Ser Humano que tenga el ADN igual a otro, ni siquiera los gemelos idénticos: en los gemelos, solo una fracción del mismo es idéntica (menos del 5%), pero las partes cuánticas no codificadas en proteínas no lo son; estas son absolutamente únicas para cada ser humano.
Aún hay más. Dentro del ADN hay propiedades del “trozo de Dios” que sois: la impronta del Yo Superior está ahí.
El ADN es muchísimo más grande de lo que creéis, e incluso hoy en día los científicos están comenzando a reconocer que tal vez el 90% del ADN que es aparentemente “azaroso” o aleatorio no sea en absoluto un lenguaje ni un código, sino que tal vez sea lo que ellos llamarían “elementos químicos influyentes” que, de algún modo, modifican o configuran el 5% que constituye el motor del patrón genético original. Lo irónico es que esto es exactamente lo que está sucediendo, pero no como lo están viendo los científicos.
El 90% de vuestro ADN es un reflejo de vuestra espiritualidad: allí se encuentra el Registro Akáshico, el Yo Superior, aquello que buscáis y que llamáis “un portal al otro lado”. En estado cuántico, todo esto, de hecho, no se encuentra en absoluto en la composición química; pensad en todos esos elementos químicos juntos, como si formasen un puente, o una especie de tubería, un portal o una flecha cuántica que señalase hacia a algo. En lugar de pensar de un modo lineal que existe un comportamiento o una caja donde está vuestro Yo Superior, pensad en una entrada: si pudieseis ir allí y ver el estado cuántico en el que se halla entraríais como en una tubería que os llevaría a todo lo que existe. Así pues, comprended que este puente químico tridimensional/cuántico ejerce una influencia sagrada en el genoma, y que es muy grande: contiene la mayor parte de la información del patrón original humano de la vida.
El Akasha humano – Kryon, a través de Monika Muranyi
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